miércoles, 26 de mayo de 2010

slaughter on 10th avenue



Mick Ronson, que ya apareció en este blog en una de las primeras entradas, vuelve hoy a ser el protagonista.
El motivo: que hoy hace 64 años que nació.

A muchas personas no les dice nada el nombre de Mick Ronson. Quizá nunca quemó guitarras (como Jimi Hendrix), ni llevó nunca el pelo tapándole toda la cara (como Slash) y quizá nunca se cayó de un cocotero (como Keith Richards). Quizá por eso este nombre le dice algo a muy poca gente.
Mick Ronson llevó una vida disecreta. Tenía una mujer y una hija. Nunca fue conocido por montar escándalos, ir a la cárcel, drogarse en exceso, matar a alguien, morir de SIDA o de sobredosis, salir con una modelo, actriz o cantante, pegar a su público, vestir raro, etcétera.
La poca gente que le conoce es por su trabajo. Destacó en la música, destacó como guitarrista, eso es todo. Y parece que a la gente eso no le parece suficiente. No sé muy bien por qué la gente tiene como ídolos a personas desgradables, bordes, egocéntricas. Nadie pone en un pedestal a aquellos que destacan sólo por su trabajo. La mayoría de los 'fans' son injustos a la hora de escoger a quién admirar.

Quiero demostrar por qué pienso esto.
A continuación, dejo una pieza interpretada por Mick Ronson llamada Slaughter on 10th Avenue. Apreciad cómo el talento de alguien puede pasarnos desapercibido de una manera absurda y odiosa. Dejad que las notas os guíen y no el comportamiento de aquel que las crea.
Espero que al escuchar Slaughter on 10th Avenue todo quede mucho más claro.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de totalmente de acuerdo pequeña, obviamente por la razón de que ambas tenemos a un ídolo único al que valoramos su talento y no trivialidades superficiales. Genios como Mick y Randy son ejemplos subestimados de lo que es ser músico, y muy pocas personas aprecian esa autenticidad.. Me alegro de que compartamos eso! :=)

Anastasia dijo...

Gracias por el comentario. Gracias por estar de acuerdo y por compartir algunos gustos por los más grandes y los más desconocidos.

Un beso